Llega un día en que esa identidad está muy construída y no necesitamos tener el nombre tan a la vista.
Entonces lo colocamos en el armario, a salvo, junto con los otros recuerdos de infancia....
Y de vez en cuando lo volvemos a encontrar... y así va y viene....
oh! qué pena el día en que decidimos guardarlo en el armario... el niño ha crecido, ya no tenemos en casa a ese hermoso y entrañable bebé...
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