Avanzado llevamos el mes, muy avanzado. Ayer por la tarde hacía esta reflexión. Siempre me transcurren de una manera peculiar los días de Mayo. Mitificados en mi mente por experiencias infantiles y juveniles se convierten en deseados cada año como símbolo de la luz, el color, las flores , las horas intensas, el descubrimiento de los repetidos paisajes. No obstante, casi siempre quedan reducidos por las vivencias que año tras año aportan los nervios de los estudiantes-los de casa y los otros- y la concentración de tareas en pocos días en el trabajo.
Volviendo a mayo, mes de ventanas abiertas, persianas algo bajas para que el sol no invada la casa en horas de mediodía, mes de pies cansados, ojos turbios por la calor y el polen, listas de pendientes en el escritorio, listas de " canviaré estos jarros, estos muebles, pintaré el marco de la puerta, colocaré... No sé que tiene que me entra una hiperactividad de pensamientos y obras que no se detiene hasta julio, en que el calor me frena un poco.
Volviendo a mayo, mes poético y amigo , almacén de recuerdos de paseos , de tocar las ramas de las hierbas del camino, de sentarse en los lugares soleados o sombríos hablando o sonriendo, de caminar descubriendo ramas nuevas, ferias o caminos, de descubrir los ojos sorprendidos de niños ante todo, de creer que la vida tiene un cóctel mágico para sentirse vivo... volviendo a mayo, pues, y pensando en otros pasos que se van sucediendo a mi alrededor, pasos lentos los unos y pasos de gigantes los otros, respiro fuerte pensando que tengo mucha suerte ... me gusta lo que vivo.
Y volviendo a una tarde de mayo, cerca de las siete, llegando a casa, los pies cansados... viernes. Toca desconectar un pequeño rato. Me siento en mi sofá después de confortar mis pies con aguas frescas y fluídos milagrosos y cierro los ojos. Un ratito solo. Repaso de lo que la semana ha sido pero tan solo me concentro en mis deseos de hilos y agujas, en lo que he ído haciendo, en los impulsos actuales hacia el crochet y los bolsos. Mi mano derecha se acerca al hexágono comenzado anoche, inacabado por el cansancio. Lo retoma . Las manos de mi marido revolotean sobre las teclas repasando la vals d'Amelie.
Tengo tantas cosas que contaros, tantas posibles entradas para mis páginas... pero mis horas están tan repartidas.
Eso sí, empezaré.
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